La Emperatriz de México: ¿Quién fue Carlota de Bélgica?
La emperatriz Carlota fue uno de los personajes más polémicos de México porque junto con Maximiliano y hoy vamos a aprender sobre ella. La emperatriz Carlota es uno de los personajes más polémicos de México porque junto con Maximiliano y con el apoyo del ejército francés intentaron establecer una monarquía. Su vida personal y pública fue trágica. Fue una mujer inteligente, culta, humanista pero también ambiciosa.
¿Quién fue Carlota de Bélgica?
María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina nació el 7 de junio de 1840 en el Castillo Real de Laeken en Bélgica. Fue hija de Leopoldo l, rey de Bélgica, y de la princesa María Luisa de Orleans. Fue la única Emperatriz de México, y también Princesa de Bélgica, Archiduquesa de Austria, Princesa de Lorena y Hungría, Condesa de Habsburgo, y Virreina Consorte de Lombardo-Véneto. Se casó a los 17 años con Maximiliano de Habsburgo, quien tenía 25 años de edad.
Desde muy chiquita, fue educada para gobernar, tenía conocimientos en política, geografía, música y artes. Hablaba francés, alemán, inglés, italiano y español. Su mamá murió cuando Carlota tenía 10 años de edad, y su papá se hizo cargo de su educación.
Murió a los 87 años el 19 de enero de 1927 a causa de influenza en el Castillo de Bouchout, cerca de Bruselas. Se dice que sus últimas palabras fueron: «Todo aquello terminó sin haber alcanzado el éxito».
La llegada a México
Maximiliano y Carlota llegan a Veracruz el 28 de mayo de 1864 y a CDMX el 12 de junio. Su imperio está apoyado por el ejército francés a cambio de mil concesiones leoninas.
Al llegar a la CDMX les habían preparado el Palacio Nacional pero encontraron chinches, así que se instalaron en el Castillo de Chapultepec.
La primera mujer gobernante de México
La Emperatriz Carlota, durante las innumerables ausencias de Maximiliano, en varias ocasiones asumió y encabezó la regencia del Imperio. Por sus ideas liberales y posturas radicales se le conoció como “La Roja”.
Carlota y Maximiliano nunca lograron la aceptación de sus políticas liberales por parte de los conservadores que fueron finalmente quienes habían realizado todas las gestiones para su llegada a México. Ella promulgó la abolición de los castigos corporales y estableció límites a las terribles jornadas de trabajo de la época.
Impulsó a empresas como los ferrocarriles y los transportes de vapor; sobre todo, empresas de beneficencia para los más necesitados. Mandó remodelar el Zócalo de Ciudad de México, y fundó un conservatorio de música y una academia de pintura, entre otros espacios culturales.
Su gusto por las artes, la lectura, los idiomas y la filosofía, se vieron reflejadas de alguna manera en construcciones en las que participó como el Paseo de la Emperatriz, actualmente Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. Creó la Junta Protectora de las Clases Menesterosas que protegía a los indígenas.
¿Desequilibrio mental?
Parece que fue esquizofrénica. Vivió en una tensión permanente desde que quedó huérfana. Las causas:
- Presionada permanentemente por su padre.
- El desamor
- Mal vista por las mujeres mexicanas por su conocimiento y cultura
- Los problemas del imperio frente a la resistencia republicana
- La presión de los conservadores
- No poder haber tenido descendencia
- La posibilidad de volver a Europa derrotados y humillados
Cuando Francia anunció el retiro de sus tropas en 1866. Ella decide viajar a Europa para hablar con Napoleón III quien se había comprometido a ayudarlos. Le estresa que Maximiliano quiera abdicar y le dice: “Abdicar es condenarse, extenderse a sí mismo un certificado de incapacidad y esto solo es aceptable en ancianos o imbéciles…En tanto que haya aquí un emperador, habrá un Imperio, incluso aunque sólo le pertenezcan seis pies de tierra. El Imperio no es otra cosa que un emperador”.
Los primeros indicios de su “locura” los muestra en El Vaticano donde dicen que la quieren envenenar. Que la persiguen, que la gente de Napoleón III la quiere matar. Ya no regresa a México, va y viene en cuanto a consciencia de su realidad y la que se inventa. Carlota pasó el resto de su vida recluida y aislada hasta su muerte en 1927: primero en el Castillo de Miramar, después en el Castillo de Tervuren y finalmente en Bélgica, en el Castillo de Bouchout.