El Papa Francisco pide dignidad y salario justo para trabajadores migrantes en Singapur
Durante su gira por Asia y Oceanía, el Papa Francisco exhortó a las autoridades de Singapur a proteger la dignidad de los trabajadores migrantes y garantizarles un salario justo. En su discurso ante el Parlamento de la ciudad-estado, el pontífice subrayó la importancia de la justicia social y el bien común, destacando la contribución de los migrantes a la sociedad.
“Espero que se preste una particular atención a los pobres, a los ancianos (…) y a la tutela de la dignidad de los trabajadores migrantes que tanto contribuyen a la construcción de la sociedad, y a quienes hay que garantizarles un salario justo”, declaró Francisco.
Singapur alberga a más de 300 mil trabajadores migrantes, principalmente de Bangladés, India y China, quienes laboran en la construcción de rascacielos e infraestructuras, muchas veces a cambio de salarios bajos. Diversas organizaciones no gubernamentales han denunciado las condiciones laborales que enfrentan, y han pedido mejoras significativas en sus condiciones de vida. Sin embargo, un portavoz del Ministerio de Trabajo aseguró que los sueldos en Singapur están determinados por el mercado y no existe un salario mínimo para los trabajadores locales o extranjeros.
A pesar de esto, los migrantes ven en las palabras del papa un rayo de esperanza. “Aunque no aumenten mi salario, estoy al menos contenta de saber que el papa lucha y reza por nosotros”, afirmó una trabajadora doméstica filipina que gana 600 dólares singapurenses al mes (aproximadamente 460 dólares estadounidenses). Esta cifra contrasta con el ingreso promedio de Singapur, que es de 5 mil 190 dólares singapurenses al mes, según datos oficiales.
Francisco, quien ha sido un ferviente defensor de los derechos de migrantes y refugiados desde su elección en 2013, presidió una misa ante 50 mil fieles en el estadio nacional SportsHub, con la presencia de creyentes de países vecinos como India, Vietnam, Hong Kong y Birmania. Durante el evento, el papa saludó y bendijo a la multitud, mientras ofrecía rosarios y firmaba autógrafos.
Esta visita a Singapur, la última de su gira, es parte del esfuerzo del pontífice por promover el crecimiento de la Iglesia Católica en Asia. A pesar del ritmo frenético del viaje, el papa, de 87 años, ha demostrado estar en buena forma, concluyendo así su extensa gira que abarcó más de 33 mil kilómetros y cuatro países en 12 días.