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Más que entretenimiento: cómo algunos videojuegos ayudan a combatir la depresión

Durante años, los videojuegos han sido señalados como causa de aislamiento social, sedentarismo o adicción. Pero una nueva mirada está cobrando fuerza: la de los videojuegos como herramientas terapéuticas. Estudios recientes y testimonios de especialistas y jugadores coinciden en que ciertos títulos pueden ofrecer alivio real a quienes padecen depresión, ansiedad o estrés.

¿Puede un juego ayudar a mejorar la salud mental? La respuesta, cada vez más, parece ser sí.

Videojuegos que cuidan la mente

Aunque no todos los videojuegos tienen efectos positivos, ciertos géneros y títulos están demostrando ser beneficiosos para personas con depresión. Juegos como Celeste, Animal Crossing, Journey o Stardew Valley ofrecen experiencias que promueven la calma, la conexión emocional y la sensación de logro.

“Los videojuegos pueden ofrecer una estructura, un sentido de propósito diario, y una forma segura de escapar del estrés cotidiano sin perder el control de la realidad”, explica la psicóloga clínica Mariana Soto, especialista en salud mental digital.

Estudios que respaldan la experiencia

Una investigación publicada por la Universidad de Oxford reveló que las personas que jugaron Animal Crossing: New Horizons durante la pandemia reportaron niveles más altos de bienestar emocional. Otro estudio de la Universidad de California encontró que videojuegos de estrategia o resolución de problemas podían mejorar la motivación y reducir síntomas de ansiedad leve y depresión.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) incluso aprobó en 2020 el uso de un videojuego terapéutico, EndeavorRx, como tratamiento para el TDAH en niños. Este hito abrió la puerta a considerar los juegos digitales como parte del arsenal médico en salud mental.

Advertencia: no todos los juegos son iguales

No todos los videojuegos tienen efectos positivos. Títulos con mecánicas agresivas, comunidades tóxicas o microtransacciones abusivas pueden generar frustración o aislamiento. La clave está en elegir juegos con dinámicas saludables, tiempos equilibrados de uso y objetivos accesibles.

Además, los videojuegos no deben sustituir el tratamiento psicológico o psiquiátrico, pero sí pueden complementar un abordaje terapéutico integral.

Conclusión

En un mundo donde la salud mental se ha convertido en una prioridad urgente, los videojuegos comienzan a cambiar de rol: de ser vistos como una amenaza a convertirse en aliados inesperados. Si se usan de manera consciente y con orientación adecuada, pueden brindar apoyo emocional, alivio temporal y una chispa de motivación en medio de la oscuridad.

Jugar, en algunos casos, puede ser mucho más que pasar el tiempo. Puede ser una forma de empezar a sanar.