ONU advierte sobre el aumento del trabajo infantil en américa latina
El trabajo infantil ha experimentado un repunte alarmante en varios países de América Latina, según advierten organismos internacionales. La combinación de crisis económicas, desempleo, violencia, y el impacto prolongado de la pandemia de COVID-19 ha empujado a millones de familias a recurrir al trabajo de menores como una estrategia desesperada de supervivencia.
Según estimaciones recientes, el número de niños, niñas y adolescentes que trabajan en condiciones precarias ha aumentado significativamente en zonas rurales, comunidades indígenas, asentamientos informales y regiones fronterizas. Muchos de ellos desempeñan tareas en el sector agrícola, el comercio informal o el reciclaje, a menudo en jornadas largas, sin supervisión adecuada ni garantías mínimas de seguridad.
El fenómeno también afecta a menores en entornos urbanos, donde se les ve vendiendo productos en calles y medios de transporte, limpiando vidrios en semáforos o participando en actividades riesgosas, como la minería informal y la recolección de basura en vertederos. En algunas áreas, incluso se reportan casos de explotación infantil en contextos de crimen organizado, narcotráfico y trata de personas.
Uno de los factores más determinantes ha sido la pérdida de ingresos familiares durante y después de la pandemia. Muchas familias no han logrado recuperarse económicamente, y la inflación ha reducido drásticamente su poder adquisitivo. La necesidad inmediata de conseguir dinero para alimentos, vivienda y servicios básicos ha llevado a que muchos niños abandonen la escuela para trabajar.
A esto se suma la debilidad de los sistemas educativos y la falta de conectividad digital que persiste en amplios sectores de la región. La educación a distancia durante los años más críticos de la pandemia dejó a millones de estudiantes rezagados, y muchos no regresaron a las aulas una vez reanudadas las clases presenciales. La desconexión con el sistema educativo es uno de los principales factores de riesgo para el trabajo infantil.
Organismos internacionales han hecho llamados urgentes a los gobiernos latinoamericanos para que refuercen las políticas de protección social, impulsen programas de reinserción escolar y fortalezcan las inspecciones laborales. También se ha pedido mayor inversión en campañas de sensibilización, atención psicosocial y apoyo económico directo a familias vulnerables.
A pesar de los avances legislativos en la mayoría de los países de la región, la implementación efectiva de las leyes sigue siendo deficiente. En muchos casos, la falta de recursos y de coordinación institucional impide una respuesta integral. Además, persisten normas culturales en algunas comunidades que ven el trabajo infantil como una forma tradicional de aprendizaje, lo cual dificulta los esfuerzos de erradicación.
Expertos advierten que si no se toman medidas urgentes, América Latina podría enfrentar una generación marcada por la interrupción de su educación, la precarización laboral desde edades tempranas y un mayor riesgo de exclusión social a largo plazo. El trabajo infantil no solo perpetúa el ciclo de pobreza, sino que compromete el desarrollo humano y el crecimiento económico sostenible de toda la región.
Mientras tanto, organizaciones comunitarias, ONGs y centros educativos intentan llenar los vacíos con programas de acompañamiento, becas escolares, alimentación y capacitación para padres, aunque enfrentan grandes limitaciones de financiamiento y alcance.
La erradicación del trabajo infantil sigue siendo un objetivo pendiente y complejo en América Latina, donde la desigualdad estructural continúa dejando a millones de menores fuera del sistema de derechos básicos.