Bombardeos israelíes en Líbano dejan decenas de muertos en una de las jornadas más letales del conflicto reciente
En uno de los episodios más intensos de violencia entre Israel y Líbano en lo que va del año, una serie de bombardeos aéreos lanzados por el ejército israelí sobre la región oriental de Líbano dejó al menos 40 personas muertas, incluyendo civiles y presuntos combatientes. El ataque se concentró en la ciudad de Baalbek y sus alrededores, una zona históricamente asociada con la presencia del grupo armado Hezbolá.
Las autoridades libanesas han calificado los bombardeos como una violación flagrante de la soberanía nacional y han declarado duelo nacional. Por su parte, Israel afirmó que los ataques eran una respuesta a recientes lanzamientos de cohetes desde territorio libanés hacia el norte de Israel. Según fuentes militares, los objetivos atacados incluían depósitos de armas, centros de mando y estructuras de comunicación utilizadas por grupos armados.
Testigos locales describieron escenas de gran destrucción, con edificios colapsados, incendios en barrios residenciales y personas atrapadas bajo los escombros. Equipos de rescate trabajan en condiciones difíciles para buscar sobrevivientes, mientras hospitales en la región reportan estar al límite de su capacidad para atender a los heridos.
Este ataque marca una escalada significativa en el conflicto entre Israel y Hezbolá, que en los últimos meses ha ido aumentando en intensidad, con intercambios de fuego regulares a lo largo de la frontera. Aunque el conflicto se ha mantenido contenido en términos territoriales, los bombardeos de esta magnitud podrían provocar una reacción más amplia y desestabilizar aún más la región.
La comunidad internacional ha expresado preocupación por el creciente número de víctimas civiles y ha instado a ambas partes a contener la violencia. Sin embargo, tanto Israel como Hezbolá han reafirmado su determinación de continuar las operaciones si consideran que su seguridad está en riesgo.
Mientras tanto, cientos de familias libanesas han comenzado a abandonar sus hogares por temor a nuevos ataques, generando una nueva ola de desplazamiento interno en una zona que ya enfrenta tensiones sociales, económicas y políticas profundas.