El animal terrestre más rápido del mundo, el guepardo (Acinonyx jubatus), se enfrenta a una acelerada carrera hacia la extinción. Sin embargo, en el corazón de Namibia, una iniciativa de conservación de más de tres décadas está construyendo una póliza de seguro de vida biológica: un banco de esperma de guepardos.
Desde 1990, la zoóloga estadounidense Laurie Marker, fundadora del Fondo de Conservación del Guepardo (Cheetah Conservation Fund – CCF), ha estado recolectando y almacenando muestras genéticas en lo que ella llama un “zoo congelado”. Este proyecto monumental busca preservar la diversidad genética del felino, cuyo número en la naturaleza ha caído drásticamente en un 80% en el último medio siglo.
La Amenaza Silenciosa: Baja Diversidad Genética
El declive del guepardo no se debe solo a la pérdida de hábitat y los conflictos con los ganaderos. La especie ya sufrió un cuello de botella genético hace unos 10,000 años, dejándola con una diversidad genética intrínseca muy baja. A esto se suma que entre el 70% y el 80% del esperma de los machos guepardo es anormal.
El banco del CCF alberga muestras de aproximadamente 400 guepardos y se almacena a temperaturas ultrabajas en nitrógeno líquido. Cada muestra representa una combinación única de genes, crucial para combatir la endogamia que debilita las pequeñas y aisladas poblaciones que quedan.
“Un banco de esperma tiene un sentido perfecto,” comenta Marker. “Sin él, no tendremos muchas oportunidades.”
Un Último Recurso de Esperanza
Aunque Marker y su equipo esperan no tener que utilizar nunca este recurso, el banco de esperma está destinado a ser el último bastión contra la extinción.
Poblaciones menguantes: Solo quedan unas 33 poblaciones de guepardos en África, la mayoría con menos de 100 individuos.
El ejemplo del rinoceronte: La desesperada situación del rinoceronte blanco del norte, funcionalmente extinto y cuya única esperanza reside en la reproducción artificial utilizando esperma congelado, subraya el valor de esta táctica de conservación.
El proyecto de Namibia sigue una táctica de conservación ya desarrollada para otras especies como rinocerontes, elefantes y antílopes. Los científicos recolectan las muestras de guepardos que han sido rescatados, capturados o incluso fallecidos, asegurándose de que cada animal contribuya a la reserva genética global.
El objetivo inmediato es la protección en el presente, pero con esta biblioteca de vida congelada, los conservacionistas están sembrando una semilla de esperanza para que el guepardo pueda seguir corriendo a toda velocidad en el futuro.




