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Avance revolucionario: desarrollan sensores cerebrales no invasivos capaces de interpretar pensamientos en tiempo real

Un equipo de investigadores de neurotecnología ha presentado esta semana un avance que podría transformar la relación entre mente y máquina: sensores cerebrales no invasivos capaces de registrar y traducir señales neuronales en tiempo real con una precisión hasta ahora reservada solo a los implantes intracraneales.

Estos nuevos sensores, diseñados como parches flexibles que se colocan sobre el cuero cabelludo, utilizan una combinación de tecnología optoelectrónica, inteligencia artificial y materiales bioactivos, permitiendo interpretar patrones cerebrales complejos sin necesidad de cirugía. El avance podría abrir las puertas a interfaces cerebro-computadora (BCI) completamente no invasivas y altamente funcionales, con aplicaciones en medicina, accesibilidad, educación y entretenimiento.


De la lectura del pensamiento a la comunicación sin habla

Durante décadas, los científicos han intentado crear tecnologías capaces de leer la actividad cerebral con suficiente detalle como para descifrar pensamientos, intenciones o emociones. Los sistemas más precisos hasta ahora requerían la implantación directa de electrodos en el cerebro, como ocurre con algunos desarrollos de empresas como Neuralink, Blackrock Neurotech o Synchron.

Sin embargo, este nuevo sistema prescinde de cualquier procedimiento quirúrgico. El sensor se adhiere externamente y logra una lectura profunda y precisa utilizando una técnica híbrida que combina:

  • Detección de microfluctuaciones térmicas y eléctricas generadas por la actividad neuronal.
  • Emisión y recepción de luz infrarroja modulada, que permite mapear la oxigenación cerebral.
  • Algoritmos de inteligencia artificial entrenados para decodificar señales específicas asociadas a palabras, emociones, movimientos e incluso imágenes mentales.

Los resultados presentados en la última conferencia internacional de neurointerfaces mostraron que el sistema puede reconstruir frases simples pensadas por los usuarios, controlar cursos en pantallas virtuales y activar comandos digitales con una precisión de más del 80 %, todo sin necesidad de contacto invasivo.


¿Cómo funciona esta nueva tecnología?

El dispositivo, llamado preliminarmente NeuroSkin, es una delgada membrana de polímero biocompatible que se adapta a la forma del cráneo. Dentro de su estructura integra sensores fotónicos, electrodos de grafeno y un chip de procesamiento neuronal que se comunica por bluetooth o Wi-Fi con una estación de análisis de datos.

Gracias a su alta resolución espacial y temporal, puede registrar simultáneamente señales del lóbulo frontal, temporal y parietal, zonas clave para el lenguaje, la toma de decisiones y la memoria de trabajo.

Lo más innovador es el sistema de IA que interpreta las señales: una red neuronal entrenada con modelos de lenguaje (similares a los de los grandes modelos de lenguaje actuales) pero adaptada al código eléctrico del cerebro humano. Con el tiempo, el sistema aprende el “idioma mental” del usuario, haciendo que la precisión aumente con el uso.


Aplicaciones potenciales

Las posibles aplicaciones de esta tecnología son tan extensas como asombrosas. Algunas de las más inmediatas incluyen:

  • Comunicación para personas con parálisis: permitir que pacientes con ELA, parálisis cerebral o lesiones medulares se comuniquen solo con el pensamiento.
  • Control mental de dispositivos: desde sillas de ruedas y brazos robóticos hasta smartphones, computadoras o sistemas domóticos.
  • Educación personalizada: detectar niveles de atención, comprensión y estrés durante el aprendizaje.
  • Terapias neurológicas: ayudar en la rehabilitación de accidentes cerebrovasculares o en el diagnóstico temprano de enfermedades neurodegenerativas.
  • Videojuegos y realidad virtual: experiencias completamente inmersivas controladas por la mente.

¿Estamos leyendo la mente?

Aunque el concepto de “leer pensamientos” puede sonar futurista o incluso invasivo, los investigadores enfatizan que el sistema no “descifra” ideas complejas o privadas de forma autónoma. Se basa en patrones neuronales asociados a comandos voluntarios, como mover un cursor, pensar una palabra concreta o evocar una imagen determinada.

Aun así, surgen nuevas preguntas éticas sobre la privacidad mental, el consentimiento y el uso comercial de datos cerebrales. Organizaciones de neuroética ya están analizando marcos legales para proteger los derechos de los usuarios frente a posibles usos indebidos de estas tecnologías.