Brasil registra importante aumento en deforestación en la Amazonía durante el último semestre
En los últimos seis meses, la Amazonía brasileña ha experimentado un notable repunte en la deforestación, revirtiendo parcialmente los avances logrados en años anteriores. Según datos oficiales, entre mayo del año pasado y mayo de 2025 se han perdido casi 960 km² de bosque, lo que representa un aumento del 92 % en comparación con el mismo periodo anterior. Este incremento equivale a un área cercana a la superficie urbana de Nueva York.
El alza en la pérdida forestal fue impulsada en gran medida por los incendios, que ahora representan más de la mitad de la superficie afectada, ubicándose en un 51 %. La prolongación de la temporada seca, exacerbada por la intensificación del cambio climático, ha sumado presión adicional al ecosistema, permitiendo que los incendios se propaguen con mayor facilidad y alcance zonas previamente protegidas.
Además, entre agosto de 2024 y mayo de 2025, la tasa acumulada de deforestación fue superior en un 9,1 % respecto al periodo anterior, lo que indica una tendencia sostenida más allá de los picos puntuales. La actividad agrícola, principalmente vinculada a la ganadería y la expansión de cultivos, continúa siendo una de las causas principales de esta destrucción, especialmente en estados como Pará, Mato Grosso y Roraima.
El entorno político y económico contribuye a la complejidad del problema. A pesar de los compromisos del gobierno federal para frenar la tala ilegal, grupos vinculados al crimen organizado están detrás de la mayoría de los incendios detectados. Esta situación ha generado tensiones con comunidades locales y reservas protegidas, donde se han registrado confrontaciones entre agricultores y autoridades ambientales.
Este panorama plantea un riesgo grave para la prevención del cambio climático: la Amazonía, considerada un pilar esencial en la regulación del régimen hídrico regional y global, podría estar perdiendo su capacidad para mantener su función como generador de grandes masa de vapor que aseguran las lluvias en Sudamérica.
El repunte de la deforestación también ha encendido alarmas a nivel internacional, justo en momentos en que Brasil se prepara para albergar la próxima conferencia climática (COP30) en Belém. El crecimiento acelerado de la tala y los incendios podrían socavar la credibilidad del país y comprometer sus metas ambientales, incluida la ambiciosa meta de erradicar la deforestación ilegal para 2030.
A corto plazo, las autoridades ambientales han reforzado las operaciones de vigilancia y control, así como la presión legal sobre los responsables de las quemas. Sin embargo, el reto será consolidar estas acciones de forma sostenida, garantizar la restauración de las áreas degradadas y fortalecer un modelo productivo que sea compatible con la conservación del bosque.