China lanza la misión Chang’e-7 para explorar el lado oculto de la Luna
La Administración Nacional del Espacio de China (CNSA) lanzó con éxito este lunes la misión Chang’e-7, cuyo objetivo principal será explorar el polo sur del lado oculto de la Luna y recolectar muestras que serán traídas a la Tierra en 2026. El despegue se realizó desde el Centro Espacial de Wenchang, en la isla de Hainan, utilizando un cohete Larga Marcha 5.
Con esta misión, China busca avanzar en su programa de exploración lunar y preparar las bases para la construcción de una futura estación científica internacional en la superficie lunar. La Chang’e-7 forma parte de una serie de proyectos que comenzó en 2007 y que ha permitido al país consolidarse como una de las potencias espaciales más activas de la última década.
El módulo principal de la nave lleva un orbitador, un módulo de alunizaje, un vehículo explorador y una pequeña sonda voladora diseñada para estudiar los cráteres del polo sur. Estos cráteres son de gran interés para la comunidad científica porque podrían contener depósitos de hielo de agua en zonas que nunca reciben luz solar.
De acuerdo con la CNSA, la misión durará aproximadamente 14 meses, durante los cuales se realizarán estudios sobre la composición del suelo, la radiación y la posible presencia de recursos que podrían ser utilizados en futuras misiones tripuladas. Los datos recopilados servirán para planificar la Chang’e-8, prevista para 2028, que probará tecnologías de construcción con materiales lunares.
El portavoz de la agencia, Zhang Kejian, declaró que la Chang’e-7 “representa un paso decisivo hacia la exploración sostenida del sistema Tierra-Luna”. Añadió que el éxito de esta misión permitirá a China participar activamente en la futura cooperación internacional para el desarrollo de la base lunar conjunta que se está diseñando junto con Rusia y otras naciones asociadas.
Los instrumentos científicos de la nave fueron desarrollados en colaboración con equipos de la Agencia Espacial de Tailandia, la Universidad de Tecnología de Harbin y el Instituto de Ciencias Espaciales de Arabia Saudita. Entre ellos se incluyen sensores para detectar volátiles en el regolito lunar, cámaras de alta resolución y un radar capaz de analizar la estructura subterránea del terreno.
Especialistas del Centro Nacional de Ciencias Espaciales de China explicaron que esta es la misión más compleja que el país ha intentado hasta ahora, ya que requiere operaciones simultáneas entre el orbitador y el módulo de descenso en una región donde la comunicación directa con la Tierra no es posible. Para mantener contacto, se utilizará el satélite Queqiao-2, colocado previamente en una órbita que le permite retransmitir señales desde el lado oculto.
El programa Chang’e ha sido un eje central de la estrategia espacial china. En 2019, la misión Chang’e-4 logró el primer alunizaje suave en la cara oculta de la Luna, un hito histórico. Con Chang’e-7, China busca consolidar su experiencia para futuras misiones tripuladas y para la instalación de una base de investigación permanente.
Si todo avanza según lo previsto, las muestras recolectadas llegarán a la Tierra a mediados de 2026, lo que marcará la primera vez que se traen materiales del polo sur lunar. Estos análisis permitirán conocer mejor la historia geológica del satélite natural y evaluar si los depósitos de hielo podrían servir como fuente de agua y combustible para misiones más largas en el futuro.
