Científicos desarrollan batería de sal: una alternativa ecológica y económica al litio
Un equipo de investigadores de la Universidad de Ginebra ha desarrollado una batería recargable basada en sodio, un elemento abundante y económico que podría convertirse en una alternativa sostenible a las actuales baterías de ion de litio. Este avance, que podría transformar la industria energética y tecnológica a nivel global, se perfila como una respuesta innovadora a los problemas ambientales, económicos y geopolíticos relacionados con el litio.
Actualmente, las baterías de litio son esenciales para el funcionamiento de dispositivos como teléfonos móviles, computadoras portátiles, bicicletas eléctricas y vehículos eléctricos. Sin embargo, su producción tiene un alto costo ecológico y depende de la extracción intensiva de litio, en su mayoría proveniente de regiones de Sudamérica como el triángulo del litio entre Argentina, Bolivia y Chile. La obtención de este mineral requiere grandes cantidades de agua en zonas áridas, lo que ha generado serias consecuencias para los ecosistemas y las comunidades locales.
La nueva batería de sodio, según explicó la doctora Amira Kovács, líder del equipo de investigación, está compuesta por un electrolito sólido innovador y un cátodo basado en óxidos de manganeso y hierro, elementos mucho más accesibles y sostenibles. Los primeros ensayos muestran que este dispositivo tiene una densidad energética cercana al 85% de la de una batería de litio, pero con un costo significativamente menor y una huella ambiental reducida. Además, ha demostrado una vida útil de más de 2.000 ciclos de carga, lo que la posiciona como una opción prometedora para el almacenamiento de energía renovable y el transporte eléctrico.
El sodio, a diferencia del litio, es mil veces más abundante en la corteza terrestre y puede extraerse de manera más sencilla y económica, incluso a partir de la sal común. Este factor elimina muchas de las barreras económicas y políticas asociadas con la producción de baterías de litio, y abre la puerta a que más países puedan desarrollar sus propias industrias de almacenamiento energético sin depender de recursos estratégicos limitados.
Aunque la batería aún se encuentra en fase experimental, varias empresas europeas ya han expresado interés en financiar su desarrollo industrial. Una de ellas, la startup suiza SodiTech, anunció una alianza con la Universidad de Ginebra para construir una planta piloto en 2026, con el objetivo de llevar esta tecnología al mercado en los próximos años.
Además del sector tecnológico, los investigadores destacan el potencial impacto positivo en la transición energética. Las baterías de sodio podrían ser utilizadas para almacenar energía solar y eólica en redes eléctricas, haciendo que estas fuentes renovables sean más estables y accesibles. También se proyecta su uso en vehículos eléctricos de gama media, donde el costo y la sostenibilidad son factores decisivos.
Para la comunidad científica, este desarrollo representa más que una simple innovación tecnológica: es un paso hacia un modelo energético más justo, ecológico y descentralizado. “Estamos hablando de una tecnología que puede ser producida y utilizada en cualquier parte del mundo. Eso cambia las reglas del juego”, concluyó Kovács.