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Científicos logran cultivar tejidos cardíacos funcionales en laboratorio

Un equipo de bioingenieros y médicos especializados en medicina regenerativa anunció recientemente un avance crucial en la creación de tejidos cardíacos funcionales cultivados en laboratorio. Este desarrollo, que podría transformar el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, abre la posibilidad de producir tejidos personalizados para reparar corazones dañados por infartos u otras afecciones degenerativas.

El proyecto, desarrollado en colaboración entre distintas instituciones biomédicas, ha logrado no solo reproducir células del músculo cardíaco, sino también organizar estas células en estructuras tridimensionales capaces de contraerse de manera coordinada, simulando el funcionamiento de un tejido natural.

Una solución a una necesidad urgente

Las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la principal causa de muerte a nivel mundial. Cada año, millones de personas sufren infartos y otras complicaciones que dejan zonas del corazón debilitadas o incapaces de bombear sangre de manera eficiente. Hasta ahora, las opciones terapéuticas se han limitado a trasplantes o procedimientos quirúrgicos de alto riesgo.

Este nuevo enfoque basado en bioimpresión y cultivo de tejidos a partir de células madre permitiría fabricar tejidos personalizados, reduciendo el riesgo de rechazo inmunológico y evitando la necesidad de donantes.

Cómo se logró el avance

El procedimiento se basa en la obtención de células madre pluripotentes inducidas (iPS), las cuales se programan para convertirse en cardiomiocitos, las células responsables de la contracción del músculo cardíaco. Posteriormente, estas células se disponen sobre un andamiaje biológico diseñado para imitar la estructura del tejido cardíaco humano.

Durante varias semanas en condiciones controladas, las células no solo sobrevivieron, sino que comenzaron a organizarse espontáneamente y a latir al unísono, generando impulsos eléctricos propios y respondiendo a estímulos externos, tal como lo haría un corazón vivo.

Uno de los aspectos más destacados de este logro es que los tejidos cultivados presentaron resistencia mecánica, elasticidad y capacidad de contracción coordinada, lo que representa un paso fundamental para su futura implantación en pacientes.

Aplicaciones médicas a corto y largo plazo

En una primera fase, estos tejidos cultivados podrían utilizarse para reparar pequeñas zonas dañadas tras un infarto, evitando que se formen cicatrices que reducen la capacidad de bombeo del corazón. A mediano plazo, se espera producir segmentos más amplios e incluso válvulas biocompatibles.

Los investigadores también prevén que esta tecnología permitirá crear modelos cardíacos personalizados para estudiar enfermedades raras o testar nuevos medicamentos sin recurrir a ensayos con animales o humanos, acelerando los procesos de investigación farmacológica.

Desafíos y próximos pasos

Aunque el logro representa un avance significativo, aún existen obstáculos por resolver antes de su aplicación clínica. Los científicos deben asegurar que los tejidos cultivados puedan integrarse de forma estable con el sistema circulatorio del paciente, mantener su funcionalidad a largo plazo y evitar posibles reacciones inmunológicas imprevistas.

Se espera que en los próximos dos años se realicen ensayos preclínicos en modelos animales, y, de superar esa etapa con éxito, se planifiquen las primeras pruebas en humanos hacia finales de la década.