Adquirir los productos del mar con semanas de antelación para las cenas decembrinas permite a los consumidores obtener ahorros de hasta un cuarenta por ciento en comparación con los precios máximos que se alcanzan durante los días previos a la Nochebuena. Esta estrategia financiera es muy efectiva para productos de alto valor como langostinos cigalas o gambas los cuales suelen duplicar su costo debido a la alta demanda estacional y a las dificultades logísticas de suministro en el mercado de frescos. Sin embargo el beneficio económico de la compra anticipada puede perderse por completo si no se aplica una técnica de congelación adecuada que preserve la textura y el sabor original de los alimentos evitando que lleguen a la mesa con una consistencia gomosa o reseca.
El error más grave y frecuente que arruina las cenas navideñas consiste en congelar el marisco de forma directa sin protegerlo del contacto con el aire lo que provoca quemaduras por frío y la oxidación de las grasas naturales. Para evitar esto los expertos recomiendan realizar una congelación rápida envolviendo cada pieza en film transparente o utilizando recipientes herméticos donde se elimine la mayor cantidad de oxígeno posible asegurando que la temperatura del congelador se mantenga constante por debajo de los dieciocho grados bajo cero. Igualmente crítico es el proceso de descongelación el cual debe realizarse siempre dentro del frigorífico durante al menos veinticuatro horas antes de su cocción ya que exponer el marisco a temperatura ambiente favorece la proliferación de bacterias y altera la estructura de la carne haciendo que pierda sus jugos naturales y su calidad gourmet.
