Confirman relación entre microplásticos en la sangre y alteraciones hormonales
Un estudio internacional publicado esta semana reveló evidencias de que los microplásticos presentes en el torrente sanguíneo humano pueden estar relacionados con alteraciones hormonales, especialmente en jóvenes y mujeres embarazadas. Los hallazgos se suman a la creciente preocupación sobre los efectos de la contaminación plástica en la salud.
Los investigadores analizaron muestras de sangre de más de 1,200 personas en distintos países, detectando partículas de polietileno, polipropileno y tereftalato de polietileno (PET), materiales comúnmente utilizados en envases, botellas y textiles. En al menos el 85% de los casos se encontraron rastros de estos compuestos circulando en el organismo.
El estudio identificó que la presencia de microplásticos está vinculada a desequilibrios en hormonas relacionadas con la tiroides y el sistema reproductivo. Según los especialistas, esto ocurre porque los aditivos químicos que contienen los plásticos como ftalatos y bisfenoles actúan como disruptores endocrinos, interfiriendo en la producción y regulación natural de hormonas.
Los efectos más notorios se observaron en mujeres en etapa de gestación, en quienes se detectaron alteraciones en niveles de progesterona y estrógeno. Los expertos advierten que este fenómeno podría afectar el desarrollo del feto, aumentando el riesgo de complicaciones en el embarazo. En adolescentes y jóvenes, se identificaron irregularidades en procesos metabólicos y en la maduración sexual.
Los investigadores subrayaron que, aunque el estudio confirma una correlación, aún es necesario ampliar la investigación para comprender con mayor precisión los mecanismos de acción y el alcance de los daños en el organismo. No obstante, los resultados refuerzan las advertencias previas de organismos internacionales sobre los riesgos asociados al consumo de alimentos y agua contaminados con microplásticos.
El informe también destaca la dificultad de reducir la exposición, ya que estas partículas se encuentran dispersas en el aire, el agua, los alimentos y hasta en la sal de mesa. Sin embargo, los especialistas recomiendan medidas para limitar la ingesta, como evitar recipientes plásticos de un solo uso, preferir agua filtrada y fomentar regulaciones más estrictas sobre la producción y reciclaje de plásticos.
Este hallazgo constituye un llamado urgente a las autoridades sanitarias y ambientales para fortalecer políticas de control de contaminantes. De no tomarse acciones inmediatas, advierten los científicos, la acumulación de microplásticos podría convertirse en uno de los mayores problemas de salud pública en las próximas décadas.