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Crisis humanitaria se agrava en sudán por conflicto prolongado

La prolongada guerra entre facciones militares en Sudán continúa generando consecuencias devastadoras para la población civil, en medio de un colapso generalizado de los servicios básicos, desplazamientos masivos y una creciente emergencia alimentaria. Más de un año después del inicio del conflicto entre el ejército regular y un grupo paramilitar rival, el país enfrenta uno de los mayores desastres humanitarios de los últimos tiempos en África.

Los combates, que comenzaron como una pugna de poder entre altos mandos militares, han degenerado en un conflicto abierto que afecta a gran parte del territorio nacional, incluyendo zonas urbanas densamente pobladas. En muchas regiones, los enfrentamientos han dejado a millones de personas sin acceso a electricidad, agua potable ni atención médica. Hospitales han sido saqueados o destruidos, y el personal sanitario trabaja bajo condiciones extremas.

La capital, Jartum, se ha convertido en un escenario de enfrentamientos casi diarios, mientras miles de residentes intentan huir hacia el sur o hacia países vecinos. A medida que las rutas de escape se vuelven más peligrosas y los corredores humanitarios siguen bloqueados por los grupos armados, el número de desplazados internos se estima en varios millones, con campamentos improvisados creciendo rápidamente en las periferias de las ciudades.

La situación alimentaria es especialmente crítica en zonas rurales donde la actividad agrícola se ha detenido por completo. La escasez de productos básicos ha disparado los precios, y numerosas familias sobreviven con una sola comida al día. Organismos internacionales han alertado sobre el riesgo inminente de hambruna si no se logra un acceso seguro y sostenido para la entrega de ayuda humanitaria.

Pese a múltiples llamados al cese del fuego por parte de líderes regionales y organismos multilaterales, las negociaciones han fracasado repetidamente. Ambas partes continúan acusándose mutuamente de violaciones a los acuerdos temporales de tregua y mantienen posturas intransigentes sobre el control político y militar del país.

En el terreno, los civiles denuncian la proliferación de abusos por parte de los grupos armados, incluyendo saqueos, violencia sexual y reclutamiento forzado. Las escuelas permanecen cerradas, y una generación entera de niños ha visto interrumpida su educación de forma indefinida.

Con el paso de los meses, la atención internacional sobre la crisis ha disminuido, lo que agrava la falta de recursos para enfrentar la emergencia. Expertos alertan que, de no resolverse el conflicto en el corto plazo, Sudán podría enfrentar una catástrofe humanitaria de dimensiones comparables a las peores crisis del continente en décadas pasadas.