Detectan por primera vez ondas gravitacionales de una colisión de agujeros negros supermasivos
En un hito histórico para la astronomía, un equipo internacional de científicos ha detectado por primera vez ondas gravitacionales generadas por la fusión de dos agujeros negros supermasivos, un fenómeno colosal que ocurrió hace miles de millones de años en una región lejana del universo.
Las ondas gravitacionales son perturbaciones en el espacio-tiempo que viajan a la velocidad de la luz. Fueron predichas por Albert Einstein en su teoría de la relatividad general en 1916, pero no se confirmaron experimentalmente hasta 2015, cuando se detectaron por primera vez tras la colisión de agujeros negros de masa estelar. Sin embargo, hasta ahora, nunca se había registrado una señal clara procedente de agujeros negros supermasivos, que tienen masas millones o incluso miles de millones de veces superiores a la del Sol.
La señal, captada por una red global de radiotelescopios y observatorios especializados, duró varias semanas y mostró un patrón característico que corresponde a la fusión lenta pero poderosa de dos cuerpos extremadamente masivos, cuyas órbitas se fueron acercando hasta colapsar en uno solo. El resultado: un nuevo agujero negro aún más masivo, rodeado por un estallido de energía que se propagó por el universo en forma de ondas gravitacionales.
“Estamos ante un evento cósmico de escala monumental. Lo que captamos es la señal de una danza de titanes, una colisión que sacudió el universo y que apenas ahora, miles de millones de años después, llega hasta nosotros”, explicó una de las investigadoras del proyecto.
Este descubrimiento no solo confirma una predicción clave de la relatividad general en un régimen extremo, sino que también abre una nueva ventana de observación al cosmos. A diferencia de la luz o las ondas de radio, las ondas gravitacionales no son absorbidas ni desviadas por la materia, lo que permite estudiar fenómenos invisibles que ocurren en los rincones más remotos del universo.
Además, la detección de este tipo de eventos podría ser fundamental para entender la formación y evolución de galaxias, ya que se cree que la mayoría de las galaxias, incluida la Vía Láctea, albergan en su centro un agujero negro supermasivo. Saber cómo y cuándo estos colosos cósmicos se fusionan podría revelar información crucial sobre el desarrollo de las estructuras cósmicas.
Los investigadores esperan que esta primera detección marque el inicio de una nueva era en la astronomía de ondas gravitacionales. Con el desarrollo de instrumentos más sensibles y específicos, como el futuro observatorio espacial LISA (Antena Espacial de Interferometría Láser), será posible captar señales aún más antiguas y distantes, acercándonos a los secretos más profundos del universo.