EE.UU. no produce suficientes alimentos para autoabastecerse y aranceles de Trump anticipan alza en la canasta básica
Las nuevas medidas arancelarias impuestas por el presidente Donald Trump podrían provocar un nuevo golpe al bolsillo de los estadounidenses. A pesar de que el mandatario ha calificado la palabra “arancel” como la “más bonita” del diccionario, pequeños comerciantes, consumidores y expertos temen que la cascada de gravámenes impuesta a importaciones clave dispare aún más el precio de la canasta básica, en un país que no produce suficiente comida para abastecerse por sí solo.
El Gobierno estadounidense ha establecido un arancel global del 10 por ciento a las importaciones, además de tarifas específicas a países como China (34%), la Unión Europea (20%), Corea del Sur (25%) y Japón (24%). Esta política ha encendido alarmas en sectores económicos fundamentales, incluidos el automotriz y alimentario.
Aunque gran parte de la atención se ha centrado en los autos —con pronósticos que apuntan a un encarecimiento de entre 2,500 y 20,000 dólares por unidad, según Anderson Economic Group— la presión más inmediata se siente en los supermercados.
En Arlington, Virginia, donde se concentran numerosos funcionarios federales y comercios de productos internacionales, los efectos ya se perciben. “Todo está muy caro y va a estarlo más”, se lamenta Loukas Michael, gerente de un concesionario local. Su preocupación por el alza en los vehículos de reventa refleja un panorama que también impacta a los consumidores en lo más básico: la comida.
La despensa, más cara y menos diversa
Estados Unidos importa una parte significativa de sus alimentos, especialmente frutas, verduras y productos frescos. Así lo señala Belinda, una inmigrante guatemalteca que reside en Arlington: “Lamentablemente, no hay suficientes frutas aquí, no producimos todo lo que consumimos. Yo no quiero cambiar mi dieta, pero creo que tendremos que ponerle más atención al precio total”.
Su testimonio coincide con el de comerciantes locales que dependen de productos traídos desde Latinoamérica, Europa y Medio Oriente. Todos ellos se enfrentan ahora a un incremento en los costos de importación, mientras reina la incertidumbre sobre hasta qué punto podrán mantener sus precios sin perder clientela.
Además, la situación se agrava en una ciudad donde la crisis laboral ya ha tocado fondo. Arlington ha sido una de las más afectadas por los despidos derivados de la iniciativa de recorte de personal del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), liderada por Elon Musk.
Heather, una funcionaria federal que también vive en la zona, muestra mayor calma ante el alza de precios, pero admite que teme por su empleo. “Creo que van a subir los precios, pero no creo que vaya a ser para tanto. Lo que me preocupa más es perder el trabajo”, comenta.
Entre el proteccionismo y la presión social
Casi la mitad de los autos vendidos en EE.UU. el año pasado fueron importados, y lo mismo ocurre con gran parte de los productos en la cesta básica. Sin embargo, la Administración Trump apuesta por una política comercial proteccionista, con la promesa de fortalecer la industria nacional y reducir la dependencia del exterior.
Pero, a corto plazo, las consecuencias parecen ser el encarecimiento de alimentos, bienes y servicios, y una creciente ansiedad entre comerciantes y trabajadores. En las calles de Arlington, los pasillos del supermercado y los mostradores de pequeñas tiendas de productos internacionales, la palabra “arancel” ya no suena bonita, sino como una amenaza latente para el modo de vida de millones de personas.