El incremento de los casos de cataratas se ha consolidado como uno de los principales retos de salud pública a nivel mundial en 2025. De acuerdo con informes recientes de la Organización Mundial de la Salud y especialistas de la UNAM, este fenómeno responde directamente al envejecimiento acelerado de la población global y a la creciente prevalencia de la diabetes mellitus. Actualmente, se estima que las cataratas afectan a más de 94 millones de personas en el mundo, manteniéndose como la causa número uno de ceguera reversible.
La relación entre la diabetes y la salud ocular es un factor crítico en esta tendencia. El exceso de glucosa en la sangre altera las proteínas del cristalino, provocando su opacidad de manera prematura. Mientras que las cataratas suelen asociarse con adultos mayores de 60 años, el mal control metabólico está provocando que pacientes diabéticos presenten alteraciones visuales significativas desde los 45 años. Esta condición no solo acelera la aparición de la enfermedad, sino que también complica su progresión, reduciendo drásticamente la agudeza visual en periodos más cortos.
A pesar de que la cirugía de catarata es un procedimiento seguro y altamente eficaz para restaurar la visión, el acceso desigual a servicios oftalmológicos sigue siendo una barrera importante. El 90 por ciento de las personas que padecen ceguera por esta causa reside en países de ingresos bajos y medios. Ante este panorama, los expertos enfatizan la importancia de la prevención mediante el control estricto de los niveles de azúcar, la protección contra la radiación UV y revisiones oculares periódicas para detectar cambios tempranos en el cristalino.
