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El dilema de la proteína: por qué el exceso de suplementación podría estar saboteando la longevidad

El exceso de proteinas podria alterar las hormonas y acelerar el envejecimiento celular

En una era obsesionada con el rendimiento físico y la ganancia muscular, la tendencia de añadir proteína a prácticamente cualquier alimento ha comenzado a encender alarmas en la comunidad científica dedicada al estudio del envejecimiento. Investigadores y expertos en longevidad advierten que, si bien este macronutriente es esencial para mantener la masa muscular, un consumo excesivo y constante especialmente de fuentes animales puede activar vías biológicas que aceleran el deterioro celular. El eje del debate científico se centra en la activación de una proteína llamada mTOR, que funciona como un interruptor maestro del crecimiento: cuando está siempre “encendida” por una dieta hiperproteica, el cuerpo prioriza la construcción de nuevos tejidos pero descuida los procesos vitales de limpieza y reparación celular conocidos como autofagia.

La ciencia moderna sobre el envejecimiento sugiere que la clave para una vida larga no es simplemente consumir más proteína, sino aprender a consumirla de manera estratégica según la etapa de la vida. Estudios recientes han demostrado que en adultos jóvenes y de mediana edad, una dieta muy alta en proteínas se asocia con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas y una aceleración de los marcadores de envejecimiento biológico. Esto ocurre porque el exceso de aminoácidos, en particular la leucina, envía señales al organismo para que se mantenga en un estado de crecimiento constante, impidiendo que las células entren en un modo de mantenimiento necesario para eliminar proteínas dañadas y orgánulos defectuosos que, con el tiempo, causan inflamación crónica.

Sin embargo, el panorama cambia drásticamente al cruzar el umbral de los 65 años, momento en el cual el cuerpo comienza a experimentar una resistencia anabólica natural y una pérdida acelerada de músculo conocida como sarcopenia. En esta etapa avanzada, aumentar la ingesta de proteínas se vuelve crucial para preservar la funcionalidad física y la autonomía. Esta paradoja de la proteína obliga a reconsiderar el marketing nutricional que promueve polvos y barritas para todas las edades por igual, ya que lo que es beneficioso para un anciano que busca evitar la fragilidad puede ser contraproducente para un adulto de 40 años que busca maximizar su esperanza de vida a través de la salud metabólica.

En lugar de seguir la corriente de “proteína para todo”, los especialistas en nutrición y longevidad recomiendan ahora un enfoque más equilibrado que combine el entrenamiento de fuerza con una ingesta moderada de proteínas, preferiblemente de origen vegetal. Las legumbres y los granos enteros, al venir acompañados de fibra y fitonutrientes, ofrecen una respuesta insulínica mucho más estable y no estimulan de forma tan agresiva las vías del crecimiento celular relacionadas con el envejecimiento. En última instancia, envejecer bien parece depender menos de la cantidad de suplementos en el batido matutino y más de la capacidad de alternar periodos de nutrición adecuada con momentos de recuperación celular, permitiendo que el cuerpo active sus propios mecanismos de longevidad.

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