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La Casa Real confirmó este martes que los reyes de España, Felipe VI y Letizia, viajarán al Vaticano para asistir al funeral del papa Francisco, que se celebrará el próximo sábado 26 de abril a las 10:00 horas en la Plaza de San Pedro. La ceremonia reunirá a jefes de Estado y representantes de gobiernos de todo el mundo para despedir al pontífice argentino, fallecido a los 88 años.
El rey Felipe VI encabezará la delegación española en calidad de jefe del Estado. Este mismo martes, acompañado por la reina Letizia y la reina emérita Sofía, el monarca acudió a la Nunciatura Apostólica en Madrid para firmar el libro de condolencias y expresar sus respetos a la figura del papa Francisco.
La Santa Sede ha dado a conocer que el cuerpo del pontífice será trasladado este miércoles a la Basílica de San Pedro, donde será expuesto para el homenaje de los fieles. La procesión comenzará tras una oración presidida por el camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrell, y recorrerá la plaza Santa Marta, los Protomártires Romanos y el Arco de las Campanas antes de entrar al templo por la puerta central.
El rito será presidido por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re. Tras la misa, el féretro será trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor, donde Francisco pidió ser enterrado, según lo estipuló en su testamento.
El papa Francisco introdujo modificaciones a las ceremonias fúnebres de los pontífices en la última edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis. Entre los cambios más significativos destaca la eliminación de la tradicional triple urna —ciprés, plomo y roble—; el cuerpo será colocado en un solo ataúd de madera con interior de zinc. Además, el féretro no será expuesto sobre un catafalco ni llevará el báculo papal durante la exposición.
En su testamento, el papa argentino dejó instrucciones claras: su tumba deberá estar “en la tierra, sencilla, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”. Eligió como lugar de descanso un nicho lateral de la nave entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, dentro de la Basílica de Santa María la Mayor.
El mundo católico se prepara para despedir al primer papa latinoamericano de la historia moderna, un pontífice que marcó su legado por su cercanía con los marginados, su impulso a la reforma eclesiástica y su llamado constante a la paz y la justicia social.
