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Implante cerebral permite a paciente con parálisis controlar un brazo robótico con el pensamiento

Un avance sorprendente en neurotecnología ha permitido que una persona con parálisis total del cuerpo pueda controlar un brazo robótico con la mente, gracias a un implante cerebral de última generación. El logro representa un hito en la interfaz entre el cerebro humano y las máquinas, y abre nuevas posibilidades para la rehabilitación de personas con discapacidades motoras severas.

El paciente, que sufre una parálisis causada por una lesión medular, fue sometido a una cirugía mínimamente invasiva en la que se le implantó un microdispositivo en la corteza motora del cerebro —el área responsable del control del movimiento. El implante, del tamaño de una moneda, recoge señales neuronales en tiempo real y las transmite a un sistema computacional que traduce esas señales en órdenes precisas para el brazo robótico.

“Es como si la persona volviera a ‘pensar con sus manos’”, explicó uno de los neurocientíficos a cargo del proyecto. “El sistema interpreta la intención del movimiento antes de que ocurra físicamente, y la convierte en acción en la prótesis robótica”.

Durante las primeras pruebas, el paciente logró levantar objetos, girar una perilla y hasta beber de una taza, todo mediante el pensamiento, sin necesidad de ningún movimiento muscular. Lo más impresionante es que el control del brazo robótico no se limita a movimientos básicos: la tecnología permite ejecutar gestos complejos y coordinados con sorprendente precisión.

El sistema combina neuroingeniería, inteligencia artificial y robótica avanzada. A medida que el paciente utiliza el dispositivo, una red neuronal artificial va aprendiendo sus patrones de pensamiento, mejorando progresivamente la fluidez y exactitud de los movimientos. Esto permite una adaptación casi personalizada entre el usuario y la tecnología.

Este tipo de desarrollo no solo ofrece nuevas esperanzas para personas con parálisis, amputaciones o enfermedades neurodegenerativas, sino que también impulsa la visión de un futuro donde la mente humana pueda interactuar directamente con dispositivos tecnológicos. Las interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés) están siendo exploradas para todo, desde prótesis hasta control de computadoras, sillas de ruedas y asistentes virtuales.

Si bien aún se encuentra en fase experimental y su uso clínico generalizado está a algunos años de distancia, los resultados preliminares ya sugieren que la conexión entre cerebro y máquina podría cambiar radicalmente el tratamiento de discapacidades motoras.

“Lo que antes parecía ciencia ficción hoy empieza a ser realidad. No solo estamos construyendo prótesis, estamos reconstruyendo la autonomía humana”, concluyeron los responsables del estudio.