Una nueva ‘Doctrina Monroe’, basada en formas diversificadas de intervención, ha marcado la política exterior de Estados Unidos hacia america-latina este año, reavivando el interés de Washington en los asuntos internos de la región, desde México hasta Argentina.
La estrategia de expandir su influencia fue formalizada por la Casa Blanca a principios de mes con la divulgación de su nueva política exterior. Esta busca restablecer la doctrina-monroe (originalmente formulada en 1823) como un asunto de seguridad nacional para impedir que potencias ajenas a la región adquieran activos críticos o controlen recursos militares.
Expertos señalan que la política del presidente estadounidense Donald Trump, aunque presentada como el resurgimiento de la Doctrina Monroe, difiere de la original, pues busca socavar la soberanía en lugar de preservarla de injerencias externas.
Las intromisiones de Washington se han expandido más allá de las operaciones militares y políticas históricas (Guerra Fría) hacia campos como el económico, comercial, judicial e incluso electoral.
El experto en derecho internacional Fabián Cárdenas explica que la intervención hoy se da por vías jurídicas y políticas, incluyendo:
Imposición de aranceles (como a Brasil) o auxilio financiero a aliados (como a Argentina).
Apoyo directo a candidatos presidenciales (como en Honduras).
Insinuaciones de operaciones contra el narcotráfico (en México) o amenazas de retomar el Canal de Panamá.
La Corte ya falló contra EE. UU. en el caso contra Nicaragua (1982), indicando que la intervención ocurre cuando se “altera el manejo normal de las relaciones y del orden jurídico y político de un Estado”, lo que incluye presiones en cooperación y ayuda.
La crisis se evidencia con el embargo a Cuba (cercano a los 70 años) y con la tensa relación con Colombia, tradicional aliado militar. El presidente colombiano Gustavo Petro y Trump han tenido diferencias constantes en temas como migración, comercio, la guerra en Gaza y la lucha contra el narcotráfico.
En el caso de Venezuela, la nueva forma de intervención se interpreta como una presión para forzar un cambio de gobierno que acabe con el chavismo y se alinee con los intereses de Washington.
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