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No me pudiste matar López-Dóriga presenta el libro de Ciro Gómez Leyva

Recuerdo como si fuera esta mañana, aquella noche del jueves 15 de diciembre de 2022; en 80 días serán tres años.

Había visto el noticiero de Ciro y hablaba de la llamada, fíjense que paradoja, “cláusula de vida eterna”, la transferencia de votos que se discutía en la Cámara de Diputados, que presidía Santiago Creel, dentro de la reforma electoral, del aumento de muertes por meningitis, los matrimonios que llamó inter-penitenciarios, la iniciativa de ley de aviación y algo que llamó vacaciones dignas, que en mi caso siempre he calificado de necesarias aunque no merecidas.

Lo siguiente que recuerdo fue una llamada: atentaron contra Ciro y lo confirmé con un alto funcionario que luego sería vital en la investigación, y Ciro lo reconfirmó con su tuit: “A las 11:00 PM, a 200 metros de mi casa, dos personas en una motocicleta me dispararon, al parecer, con la clara intención de matarme”.

Y por primera vez, por primera en mis 57 años de reportero que formalmente cumplo pasado mañana, 3 de octubre -cuando me dieron mi planta al regreso en la madrugada de la Plaza de las Tres Culturas, y del anfiteatro de la tercera delegación de policía, donde estaban los muertos, y del Rubén Leñero de la Cruz Verde, donde estaban los heridos- registré lo que nunca: me importaba más la víctima que la nota.

Y mi fuente me confirmó dos cosas centrales para mí, no para el reportero: que sí era Ciro al que habían disparado pero que estaba a salvo, sin un tiro.

Ya entonces, sabiéndolo a salvo, informé del atentado contra Ciro. Después la mandé mensajes porque nunca pude encontrar su teléfono desocupado.

Para mí la nota era que Ciro estaba vivo, que había sobrevivido contra el mayor atentado contra un personaje periodístico de esta talla.

Y sí, claro, era la nota, pero también era la advertencia y otra consecuencia interna: nos hizo más vulnerables a todos.

Desde entonces me hice la pregunta que hoy me sigo repitiendo y creo que tú también, querido Ciro y muchos más: ¿Quién, por qué y para qué quiso matarte?

El día anterior, López Obrador, en su ofensiva permanente contra Ciro, y contra Loret, contra Sarmiento, contra mí, decía: Es gente muy deshonesta, hay que seguir informando, no dejarles libre el terreno. Imagínense si nada más escucha uno a Ciro, a Carlos, a Sergio… No. Es dañino para la salud. Nos puede salir un tumor en el cerebro…”

Luego saldría con la infamia, que era, y es, lo suyo, del atentado. ¿Con qué cara podía decir si en su infancia hubo un hecho de sangre en el murió su hermano José Ramón y que algunos perversos quisieron endosarle perversamente a él, que carece de memoria?

Yo, hasta hoy, no sé, y recupero el hilo del libro, cómo ha podido sobrevivir Ciro, vivir ese trauma de saber que lo quisieron matar, le dispararon y está vivo. Él me ha dicho varias veces y explicado, qué bueno que lo ha ido resolviendo. Yo no sé qué haría, ni cómo viviría.

Ya unos días después y tras las vacaciones de Navidad y el arribo del 2023, el miércoles 11 de enero, tuvimos la primera de una serie de entrevistas largas, intensas, profundas, ahondando en el dolor, por le senda de las emociones y, sí, de los temores.

Y la paradoja: a quién habían querido matar, a Ciro, parecía valerle madre y daba la impresión de que lo llevaba muy bien. Yo, que lo informé, no lo había superado. Y creo que hoy todavía no lo asumo con la claridad y valor, incluso generosidad, como lo ha hecho Ciro.

No sé, no imagino, cómo se puede llevar la vida cuando sabes que alguien te quiso matar, que vives de milagro y no sabes, insisto, quién fue, por qué y para qué.

Y destaco del libro lo que llamo el estilo Ciro. Ese entrar y salir del personaje. Ese ser protagonista pero también narrador por momentos ajeno. El personaje y el reportero; el sujeto y la narración, la historia y el historiador: el que habla de sí mismo como si hablara de otro; el que habla de otro como si fuera de sí mismo. El entrecruzar terapia con personajes siniestros, verdades con mentiras, temor con valentía, preocupación con importamadrismo, valor con temor, preocupación con indiferencia, angustia con sosiego, tristeza con alegría, milagro con suerte, contención con laxitud, páginas oscuras con luz propia.

El mirarse desde adentro y salirse del texto para mirarse desde afuera, el estilo Ciro, repito, protagonista y cronista de sí mismo, sobreviviente de unos asesinos que, como dices, te quisieron chingar y resulta que los que se chingaron fueron ellos, aunque a ti te hayan arrastrado por algún tiempo y por momentos te volverán a llevar a aquella noche del jueves 15 de diciembre de 2022 para regresar de inmediato al hoy y al mañana más fuerte, con mayor alegría, más agradecido porque aunque te digas agnóstico y no creer en la resurrección ni en la otra vida, aquella noche, querido Ciro, fue una resurrección, la tuya; y esta de hoy, es la otra vida, la que te dejaron vivir, la otra vida, estas que estás viviendo, a pesar de tu escepticismo por momentos, por ella. ¡Qué paradoja, querido Ciro!

Y no, no se trata de ser inmortales, tampoco invencibles ni imbatibles.

Porque él ya ni está en Palacio Nacional, y nosotros seguimos aquí, tú por la mañana y yo por la tarde; tú en Excelsior, yo en Milenio; tú en tus redes, yo en las mías. Nosotros en lo nuestro y los miserables en sus miserias.

Se trata de ser reporteros de cotidiana y larga data, y tú ya, legendario.

Y ahora solo una pregunta que te adelanté ayer, querido Ciro: No me pudiste matar titulaste este libro-catarsis. Ciro, dime, querido Ciro, ¿Quién no te pudo matar?