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Republicanos en el Senado buscan aprobar plan fiscal de Trump

El Senado de Estados Unidos, bajo control republicano, dio inicio esta semana a una intensa ronda de negociaciones para modificar y eventualmente aprobar el ambicioso plan fiscal y presupuestario propuesto por el presidente Donald Trump, con el objetivo de que la legislación esté lista antes del feriado del 4 de julio.

El líder republicano en la Cámara Alta, John Thune, enfrenta su primera gran prueba de liderazgo desde que asumió el cargo en enero. Con una mayoría de apenas 53 escaños frente a 47 de los demócratas, solo puede permitirse perder tres votos dentro de su bancada para alcanzar la mayoría simple necesaria.

“Tenemos que hacer lo que podamos para conseguir 51 votos”, dijo Thune a finales de mayo, mientras prepara una serie de reuniones a puerta cerrada con senadores escépticos. La Casa Blanca, por su parte, ha aumentado la presión sobre los legisladores para que el plan llegue pronto al escritorio del presidente.

Uno de los principales opositores dentro del Partido Republicano es el senador Rand Paul, quien ha advertido que el proyecto aumentaría el déficit nacional en varios billones de dólares. Ese mismo argumento fue utilizado por varios legisladores republicanos en la Cámara Baja, donde el plan fue aprobado con una votación extremadamente ajustada de 215 a 214, tras más de 24 horas de deliberaciones.

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, arremetió este lunes contra los opositores al plan. “Quien vote en contra, incluyendo al senador Rand Paul, estará votando a favor de un aumento de impuestos de más de 4 billones de dólares para el pueblo estadounidense, y sus constituyentes lo sabrán”, advirtió en declaraciones a Fox News.

El proyecto, descrito por Trump como su “gran y hermoso proyecto de ley”, busca extender los recortes fiscales implementados durante su primer mandato (2017-2021) y añadir nuevas exenciones, entre ellas a las propinas, las horas extras y las compras de automóviles fabricados en Estados Unidos.

Además, contempla un aumento del gasto en políticas migratorias, que se financiaría con recortes superiores a un billón de dólares en programas sociales como Medicare y Medicaid. Esta parte ha generado tensiones tanto con senadores conservadores, que exigen mayores recortes, como con moderados preocupados por el impacto en poblaciones vulnerables.

Según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), la propuesta agregaría alrededor de tres billones de dólares a la deuda nacional en la próxima década, actualmente calculada en más de 36 billones.

“Tenemos suficiente apoyo para frenar este proceso hasta que el presidente tome en serio la reducción del gasto y del déficit”, declaró el senador Ron Johnson a CNN. “Este es nuestro momento”, añadió.

Mientras tanto, los demócratas han condenado el plan enérgicamente. El líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, calificó la propuesta como una “monstruosidad partidista”.

“Esta limosna multimillonaria financiada por las familias estadounidenses tendrá efectos catastróficos para el país, y la combatiremos con todas nuestras fuerzas”, aseguró el domingo en un comunicado.

A un mes de las celebraciones por el Día de la Independencia, los republicanos enfrentan una carrera contrarreloj para alcanzar un consenso interno que permita convertir el plan en ley y darle a Trump una victoria legislativa clave en plena campaña electoral.