La tendencia creciente entre algunos pacientes de interrumpir el uso de Ozempic durante las celebraciones decembrinas con el objetivo de disfrutar de las cenas festivas sin restricciones representa un riesgo significativo para la estabilidad metabólica y el éxito terapéutico a largo plazo. Los especialistas en endocrinología advierten que el medicamento diseñado originalmente para el control de la diabetes tipo 2 y la gestión del peso funciona mediante una acumulación gradual en el organismo por lo que saltarse dosis rompe la ventana terapéutica necesaria para mantener niveles estables de glucosa en la sangre. Al suspender la administración el paciente no solo se expone a picos glucémicos peligrosos derivados del consumo excesivo de azúcares y carbohidratos propios de la temporada sino que también sabotea el proceso de regulación del apetito que el fármaco ayuda a establecer en el cerebro.
Otro factor crítico que convierte esta decisión en una mala idea es la reaparición severa de efectos secundarios cuando se intenta retomar el tratamiento tras un periodo de pausa. Debido a que el cuerpo pierde la tolerancia ganada a la molécula de semaglutida reiniciar la dosis habitual después de las vacaciones suele provocar cuadros agudos de náuseas vómitos y malestar gastrointestinal que podrían haberse evitado con la continuidad del esquema médico. Además el rebote de hambre que se experimenta al dejar el fármaco puede conducir a una ingesta calórica desmedida que anula meses de progreso previo en la pérdida de peso generando frustración y afectando la salud cardiovascular. La recomendación médica profesional consiste en mantener la disciplina terapéutica y optar por un consumo moderado de alimentos festivos permitiendo que el medicamento siga cumpliendo su función protectora mientras se disfruta de la convivencia familiar sin comprometer el bienestar físico.




