Rusia está deseando firmar la paz para salvar la economía, según analista
La economía rusa enfrenta un momento crítico tras tres años de guerra en Ucrania, marcada por sanciones internacionales, un rublo inestable y un gasto militar desbordado. Aunque el gobierno de Vladímir Putin presume un crecimiento del PIB del 4.1 % en 2024, analistas advierten que este avance es insostenible y depende exclusivamente de la industria militar.
Según la experta Alexandra Prokopenko, del Centro Carnegie para Rusia y Eurasia, la economía rusa ha operado como un “maratonista bajo esteroides fiscales” y ahora enfrenta las consecuencias. “El crecimiento se está ralentizando, los sectores clave se enfrían y los argumentos de Putin sobre una economía invulnerable se desmoronan”, advirtió.
Las sanciones y el desafío de la evasión
Desde el inicio del conflicto, Rusia ha sorteado las sanciones con estrategias como la “flota fantasma” de petroleros y la triangulación comercial con China y Turquía. Sin embargo, la amenaza de sanciones secundarias contra estas economías aliadas podría frenar estas maniobras y agravar la crisis.
“La clave para el Kremlin es que las sanciones actuales no cambien. Adaptarse constantemente a nuevas restricciones crea inestabilidad y dificulta la planificación económica”, explicó Prokopenko.
De una economía de mercado a una militar
El presupuesto estatal de 2025 destina un 40 % al gasto militar, reflejando una transformación hacia una economía de mando. Empresas estatales obligan a contratistas privados a trabajar para el sector de defensa, con penalizaciones legales si rechazan los encargos, explicó el economista Igor Lipsits.
“La economía rusa solo se estabilizaría si no aumentan más el gasto militar. Pero, hasta ahora, todo apunta a una dependencia absoluta de la guerra para sostener el crecimiento”, alertó Prokopenko.
Inflación y crisis financiera
El Banco Central ruso ha intentado contener la inflación, que bajó del 17.8 % en 2022 al 9.9 % actual, pero medios independientes calculan que la cifra real oscila entre 20 % y 40 %.
El control monetario, con tasas de interés del 21 %, ha debilitado la inversión y amenaza con una ola de quiebras empresariales. “Rusia gasta más de lo que ingresa. El déficit y el alza de impuestos están golpeando la economía”, advirtió Lipsits.
Nacionalización y control del sector privado
Un fenómeno creciente en Rusia es la expropiación de activos privados, que el economista Serguéi Aleksashenko calificó como una estrategia sistemática para controlar los canales financieros. En 2023, más de 100 casos de expropiaciones fueron documentados, beneficiando a personas cercanas al gobierno con una virtual “licencia para robar”.
Además, el Estado ha ampliado los pretextos para confiscar propiedades, declarándolas como pertenecientes a “agentes extranjeros, terroristas o extremistas”, una práctica que ha generado temor en el sector empresarial.
Un futuro incierto
Mientras la guerra continúa, la economía rusa enfrenta una creciente fragilidad. Con una inflación descontrolada, un rublo sostenido artificialmente y un sector privado cada vez más limitado, los expertos advierten que, sin un cambio de rumbo, la estabilidad económica podría desmoronarse en los próximos años.