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Ser bolero es su pasión en Empalme

De los muchos boleros que había en Empalme, José Ángel Lizárraga Villa es el último que queda de antaño, pues todos los demás desaparecieron o ‘tiraron la toalla’, y en la ciudad, junto con él, solamente queda vigente uno más.

Con 56 años de edad, José Ángel inició con este oficio a los 18 años de edad, orillado por la necesidad, pues en ese momento, y con una niña de dos meses de nacida, no tenía ni para los pañales.

Recuerda que, conociendo su necesidad, un amigo lo invitó a ‘dar bola’ en el centro de Empalme, por lo que, con solo una silla y una bolsa de plástico con los materiales necesarios en su interior, partió a dar inicio a este trabajo.

Llegaron al callejón Abasolo y avenida Reforma, en la parte posterior de Banamex, y se instalaron. La silla era para que se sentaran los clientes, quienes ponían sus zapatos en la guarnición. En esta arteria, en pleno centro de la ciudad, no había pavimento.

A unos metros del lugar había una bolería, pero estaba cerrada, por lo que a los días se la solicitaron en renta al dueño, a lo cual accedió, y así empezó a trabajar más en forma.

“Ya al tiempo le agarré bien el ‘rollo’ a esto, y con unos pesos de ganancia en la bolsa, construí una bolería propia, y es la que hasta el momento tengo, en la que trabajo”, comentó.

José Ángel Lizárraga agregó que cuando comenzó en este oficio había unos 20 boleros en la ciudad, y ahora solo quedan dos: Uno que se ubica a dos cuadras, en esquina de Reforma y calle Morelos, y él, “solo que este compañero solamente tiene como ocho años de desempeñar esta chamba, casi 30 años menos que un servidor”.

50 pesos cobra actualmente José Ángel Lizárraga la boleada de zapatos, ya sea con cremas o tinta.