Trump prohíbe a Harvard matricular estudiantes extranjeros y desata una crisis académica sin precedentes
El gobierno de Donald Trump ha prohibido a la Universidad de Harvard matricular estudiantes extranjeros, una decisión que representa una de las medidas más severas tomadas por la administración republicana contra una institución educativa en la historia reciente de Estados Unidos.
La medida fue comunicada este jueves mediante una carta firmada por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, en la que se notifica que, “con efecto inmediato, el programa de Estudiantes y Visitantes Extranjeros de la Universidad de Harvard ha sido revocado”. El documento, difundido por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), señala que Harvard ya no podrá matricular alumnos internacionales y que los estudiantes extranjeros actualmente inscritos deberán trasladarse o perderán su estatus migratorio legal.
La decisión se da en medio de un creciente enfrentamiento entre Harvard y el presidente Trump, que ha acusado a la institución de ser un foco ideológico contrario a su gobierno. En su justificación, el DHS afirma que Harvard ha “fomentado la violencia, el antisemitismo y permitido la influencia del Partido Comunista chino” en su campus.
En respuesta, Harvard calificó la medida como una represalia política que daña gravemente a la comunidad académica. “Esta acción de represalia amenaza con dañar gravemente a la comunidad de Harvard y al país, al igual que socava nuestra misión académica e investigadora”, declaró Jason Newton, portavoz de la universidad, al New York Times.
La universidad, sin embargo, reiteró su compromiso de seguir albergando a estudiantes y académicos internacionales, que provienen de más de 140 países y representan el 27.2 % del alumnado actual, es decir, 6,793 estudiantes extranjeros en este ciclo escolar.
La decisión no solo representa un golpe académico y político, sino también económico. Según cifras oficiales, la matrícula anual de Harvard asciende a 59,320 dólares, y el costo total con alojamiento y alimentación puede alcanzar los 87,000 dólares. Esto implica una potencial pérdida de cientos de millones de dólares para la institución.
Además de las acusaciones por supuesta tolerancia al antisemitismo, el DHS introdujo nuevos argumentos: acusó a Harvard de colaborar con actores extranjeros adversos, en particular con el Partido Comunista de China, y de “crear un ambiente inseguro en el campus” al permitir supuestos actos de acoso contra estudiantes judíos.
En una advertencia dirigida a todo el sistema educativo estadounidense, la secretaria Noem sostuvo que la admisión de estudiantes extranjeros es “un privilegio, no un derecho”, y acusó a Harvard de usar ese privilegio para obtener beneficios económicos sin asumir “responsabilidad moral”.
Esta es solo la última de una serie de sanciones impuestas por la administración Trump contra Harvard: en lo que va de mayo, el gobierno le retiró 2,650 millones de dólares en subvenciones federales, en lo que analistas califican como un ataque sin precedentes a la autonomía universitaria.
Harvard ha sido uno de los principales focos de oposición a la agenda de Trump, tanto en temas migratorios, como en diversidad, libertad académica e inclusión, y se ha enfrentado a la administración por restricciones a la contratación, censura de cursos y vigilancia ideológica en el campus.
Con esta medida, el conflicto entre el gobierno federal y el mundo académico entra en una nueva y peligrosa etapa, que podría tener implicaciones internacionales y alterar el mapa de la educación superior en Estados Unidos.