(ARCHIVES) Photo prise le 6 mai 2007 à Saint-Oren d'une personne en train de voter pour le second tour de l'élection présidentielle. Les prochaines élections régionales auront lieu les dimanches 14 et 21 mars 2010, a annoncé le 04 novembre 2009 dans un communiqué le secrétaire d'Etat à l'Intérieur et aux collectivités territoriales Alain Marleix. AFP PHOTO LIONEL BONAVENTURE (Photo by LIONEL BONAVENTURE / ARCHIVES / AFP)
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Elecciones presidenciales en francia se definen en segunda vuelta tras contienda polarizada

La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia concluyó con un resultado que refleja una profunda división política y social en el país. Ningún candidato logró alcanzar la mayoría absoluta, lo que obliga a una segunda vuelta entre los dos aspirantes con más votos: un actual mandatario de línea centrista y una figura de la extrema derecha que ha capitalizado el descontento popular.

El proceso electoral ha estado marcado por una fuerte polarización, con debates centrados en temas como inmigración, seguridad, economía y el papel de Francia dentro de la Unión Europea. Las encuestas previas ya anticipaban un escenario reñido, pero la magnitud del respaldo a posturas extremas ha sorprendido incluso a los analistas más experimentados.

La participación ciudadana, aunque alta en comparación con comicios anteriores, estuvo teñida de desconfianza hacia la clase política. Muchos votantes se manifestaron indecisos hasta último momento o votaron “por descarte”, según declaraciones recogidas a lo largo de la jornada electoral. El ascenso de discursos populistas, tanto de izquierda como de derecha, ha sido una constante en esta campaña, dejando en evidencia un país fragmentado y con múltiples demandas sociales no atendidas.

El actual presidente, que aspira a la reelección, ha defendido una agenda centrada en la estabilidad económica, la transición ecológica y el fortalecimiento de la posición francesa en el plano internacional. Sin embargo, su gestión ha sido cuestionada por sectores que lo acusan de gobernar para las élites, mientras las clases trabajadoras y rurales enfrentan un incremento del costo de vida y una creciente sensación de abandono institucional.

Por su parte, la candidata de la extrema derecha ha centrado su discurso en el control migratorio, la seguridad nacional y la preservación de la “identidad francesa”. Aunque ha intentado mostrarse más moderada que en campañas anteriores, sus propuestas siguen generando preocupación en sectores democráticos por su tono excluyente y su historial crítico frente a instituciones como la Unión Europea y la OTAN.

A medida que se aproxima la segunda vuelta, programada para dentro de dos semanas, los demás partidos que quedaron fuera de competencia enfrentan una disyuntiva: apoyar a uno de los finalistas o mantenerse neutrales. Esta decisión será clave para definir el resultado, en un clima de creciente tensión social y manifestaciones que ya comienzan a multiplicarse en varias ciudades.

Las autoridades han reforzado las medidas de seguridad ante el temor de disturbios, y los medios de comunicación multiplican los llamados al voto responsable. Sea cual sea el resultado, Francia se encamina hacia una nueva etapa política que definirá el rumbo del país en un contexto internacional volátil y un entorno interno altamente fragmentado.